En primer lugar, quiero felicitar al IES, y al equipo que coordinó, redactó y colaboró en esta publicación, en especial a Lucía y Fernanda, porque además de excelencia profesional, valoro su compromiso con la causa del empoderamiento económico, la no discriminación y la igualdad de oportunidades para las mujeres emprendedoras y empresarias.
Considero simbólico estar aquí, casi nada después del anuncio del Premio Nobel de Economía a Claudia Goldin, la tercera mujer que recibe este galardón frente a 99 hombres… Ella recibe este reconocimiento «por haber avanzado en la comprensión de los resultados que obtienen las mujeres en el mercado laboral», y los cambios en el tiempo relacionados con el cómo y por qué de las diferencias de género en los ingresos y empleo. Esta afortunada coincidencia, amplía y refuerza el sentido de pertinencia y relevancia del estudio que hoy se presenta.
Para empezar, o más bien continuar, quiero detenerme un momento en el título del documento: ¿Cómo construimos un Ecosistema Emprendedor y Empresarial con Perspectiva de Género? – Me gusta el título en primera persona plural, a manera de pregunta, porque nos convoca a pensar y co-crear a todas y todos. Como se afirma ya hacia el final del documento, “Construir un ecosistema emprendedor y empresarial con perspectiva de género es responsabilidad de todas y todos. Tenemos el poder y el deber de hacer que el ecosistema sea más inclusivo y diverso, y de mostrar el valor y potencial que tienen los emprendimientos y empresas liderados por mujeres”. Se trata no solo de una posibilidad, sino de una responsabilidad ética y estratégica ante el reconocimiento creciente de que los asuntos de género no son solo asuntos de derechos, sino de una pérdida de potencial económico, productivo e innovador de la sociedad que afecta profundamente el bienestar, el crecimiento y la sostenibilidad, un “lujo” que no nos podemos dar frente al deterioro del avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible para lograr la disminución de la pobreza, la seguridad alimentaria, la cobertura del el empleo, entre otros, causado por los efectos del COVID-19, el cambio climático y los conflictos. Las recientes crisis progresivas han impactado negativamente en las brechas de género y han magnificado los desafíos para lograr los ODS, y el Gráfico del Progreso 2022 alude a la urgencia de acciones para evitar efectos que califica como “devastadores”.
La publicación que hoy nos convoca es un aporte muy importante a la comprensión de las necesidades, motivaciones y factores particulares que enfrentan las mujeres empresarias y emprendedoras y que determinan su exclusión del ecosistema emprendedor o empresarial, o su participación en condiciones de desventaja y discriminación. He valorado mucho la extensiva revisión documental de diversos estudios nacionales e internacionales, que nos demuestra tanto la existencia como la importancia de la evidencia amplia, sólida y de calidad, para cuestionar los mitos, creencias y estereotipos desde los datos, más aun ante las crecientes arremetidas fundamentalistas que sin ninguna base científica o de evidencia, justifican la subordinación, relegamiento y discriminación de las mujeres, marcando tendencia e incidiendo en todos los ámbitos de la sociedad.
También me ha parecido muy interesante la mirada reflexiva “hacia adentro”, contrapunteando la evidencia de los estudios con rica la experiencia propia del IES, que permite generar conocimiento desde la práctica para la identificación de lecciones aprendidas y recomendaciones hacia adelante.
La mirada cuanti-cuali de la problemática es algo que igualmente quiero destacar, también porque un aporte de la perspectiva de género es poner en la agenda de las discusiones económicas, en general asumidas como esencialmente racionales y objetivas, dimensiones como la subjetividad, lo inconsciente, lo esencialmente humano. Es muy interesante y clave reconocer la importancia de los aspectos subjetivos para las decisiones emprendedoras y empresariales de las mujeres, recordando siempre que no existe “la mujer” sino las mujeres, en plural, diversas, únicas, en contextos particulares.
Con relación a ello, llamo la atención sobre el siguiente hallazgo compartido en el documento: “las mujeres que tienen una mayor valoración de ellas mismas llevan mejor la combinación de los ámbitos domésticos y laborales”. Esta es una alerta importante, porque debemos entender y trabajar cambios sistémicos, desde la familia, pasando por la escuela y la universidad. Como también se destaca en el documento, el éxito de los servicios para mujeres emprendedoras y empresarias radica en la combinación de la dimensión empresarial con la personal, “entendiendo la actividad empresarial como parte de la estrategia de vida de las participantes, tomando en cuenta sus motivaciones reales para emprender y hacer crecer sus negocios y trabajando en aspectos relacionados a su autoconfianza, el conocimiento de sus derechos, habilidades de negociación y otros que normalmente no se incluyen en la currícula de este tipo de actividades de apoyo.”.
El impacto limitativo de los mandatos de género a lo largo de la vida de las mujeres sobre sus oportunidades y decisiones profesionales, emprendedoras y empresariales puede tener alcances que aún no terminamos de evidenciar. De acuerdo con el estudio “Gender Stereotypes and their impact on women entrepreneurs” el 76% de las mujeres entrevistadas se habría enfrentado a algún estereotipo de género antes de cumplir los 18 años y el 56% señaló que la aprobación social jugó un rol fundamental al momento de elegir su carrera”.
Otro de los temas del estudio que está entre mis favoritos tiene que ver con la referencia al impacto. Por un lado, como se señala, “es imprescindible transversalizar el enfoque de gestión de impacto para que, tanto los emprendimientos que nacen con una razón de ser específica de impacto, como aquellos que lo generan como parte de su estrategia empresarial, puedan acceder a oportunidades específicas de mercado y financiamiento.”. Eso pensando en emprendimientos de mujeres. Pero, es más, la perspectiva de género puede ampliar la mirada y capacidad de respuesta y medición del impacto. Por ejemplo, y en base a un caso real que hemos trabajado recientemente, un emprendimiento dedicado a desarrollar prótesis si bien puede tener como clientes mayoritarios (80%) a hombres que sufren accidentes laborales, limita su visión de impacto si no identifica a la pareja y familia, aborda sus necesidades y pone en valor el impacto positivo que una prótesis conlleva no solo para la persona directamente afectada, sino para todo su entorno. La mirada hacia el impacto, en combinación con la apuesta por la autonomía, abre además puertas a una mirada más humana, centrada en la persona. El éxito, como los proyectos de vida, ¡no tiene una sola forma…y “no todo lo que brilla es oro”!
Y bueno, quiero pensar éste como uno de varios estudios que vendrán, por lo que me aventuro con algunos vacíos encontrados y temas pendientes para seguir investigando, escribiendo y conversando:
- Empecé y terminé la lectura preguntándome cómo se definía un “ecosistema emprendedor y empresarial con perspectiva de género”. Aunque ciertamente todo el documento se centra en la apuesta por un ecosistema inclusivo y justo para las mujeres, considero que una definición conceptual es necesaria; las mismas conclusiones del documento apuntan a la importancia de un “marco conceptual y lenguaje comunes. Así, es imprescindible desarrollar una visión compartida, legítima y generalizada sobre el tipo de desarrollo que queremos promover”. En ese sentido, me parece clave definir qué se entiende por un ecosistema con perspectiva de género. Hoy hablar de “perspectiva de género” no es suficiente para poder asumir una comprensión compartida, como lo demuestra por ejemplo el continuum de género, que en distintas versiones alude a distintos niveles o grados, desde “ciego al género”, pasando luego por “explicativo”, “sensible”, “acomodativo” y “transformativo”. Creo que es importante tener en cuenta que el uso de la “perspectiva de género” no solo se ha diversificado sino se ha banalizado en muchos casos. En el documento he encontrado una definición sobre empoderamiento, hacen falta otras precisiones conceptuales.
- Con relación a lo anterior, terminé la lectura pensando “sí, esto es, …pero no es solo esto”. Considero que poner a las mujeres emprendedoras y empresarias en el principio y centro de la construcción de un ecosistema con perspectiva de género es fundamental pero no lo es todo. Creo que es clave hablar de liderazgos – de hombres y mujeres- desde otras perspectivas y desde la coherencia, hablar de ética, hablar de un ADN diferente. También seguir trabajando el tema de las mujeres en las empresas, con todas sus aristas. La conciliación de la vida laboral con la vida personal y familiar, el tema de las paternidades, no solo el brindar servicios para facilitar a las mujeres el ejercicio de sus roles como la maternidad, sino también apostar por incidir hacia la democratización de las tareas del cuidado. Invertir en beneficios para las paternidades puede tener un impacto importante a favor de las mujeres. Es necesaria una conversación amplia de estas temáticas y más allá de quienes ya estamos convencidas…y algunos convencidos.
- También existe un campo amplio para profundizar en la mirada interseccional que reconozca la diversidad y también las desigualdades entre mujeres. Un tema reciente y de creciente posicionamiento, sobre el cual mi mirada sin duda es sesgada, es el de las mujeres “No jóvenes” que decidimos emprender. Estudios recientes demuestran el aporte significativo de personas “mayores” a la innovación disruptiva, pero a su vez el edadismo o discriminación por edad se manifiesta fuertemente en los ecosistemas emprendedores y empresariales y en el mercado laboral en general.
- La pregunta provocadora es, ¿podemos tener un ecosistema con más mujeres, mejores servicios etc., pero sin perspectiva de género?
- El documento alude a algunas características de los ecosistemas:
? Los ecosistemas consolidados comparten un conjunto de características. La presencia y la fuerza de las redes empresariales e institucionales, la cultura empresarial, las aceleradoras y otras organizaciones de apoyo, los proveedores de financiamiento y las políticas de apoyo al emprendimiento.
? El desarrollo de los ecosistemas implica interacciones complejas y no lineales entre estos factores. No existe una ruta única de crecimiento para los ecosistemas, dado que las comunidades empresariales deben construirse en torno a sus fortalezas y recursos existentes para identificar áreas de ventaja competitiva.
Entonces, ¿Cómo podemos seguir avanzando y profundizando la perspectiva de género de esta complejidad que además está marcada por relacionas de poder, subjetivas, irracionales? ¿Cómo traer a más hombres a la mesa de discusión? ¿Cómo trabajar masculinidades positivas entre emprendedores y empresarios hombres?
Un ecosistema con perspectiva de género es una apuesta profundamente futurista. El Estado de las Organizaciones 2023, publicado por McKinsey hace poco, incluye entre los diez cambios más significativos no solo un progreso importante en diversidad, igualdad e inclusión, sino también temas de definición, gestión y retención del talento, combinación de trabajo presencial y remoto, resiliencia y salud mental.
Me encanta la conclusión sobre transitar con un abordaje de las mujeres como beneficiaras a mirarlas y tratarlas como clientas. Iría un paso más, las mujeres como protagonistas y co-creadoras de ecosistemas desde sus proyectos de vida, al mismo tiempo que los hombres en los ecosistemas desarrollan masculinidades positivas para repensar su rol y mejorar sus decisiones económicas y empresariales. Se trata de SUMAR para “ganar ganar”, “la igualdad es un derecho y además un buen negocio”.
Como mujer y empresaria les doy las gracias nuevamente por el aporte y el generoso compartir de la experiencia y la evidencia, la reflexión y propuestas. Seguimos aprendiendo y desaprendiendo, haciendo camino al andar.
