Los emprendedores, sin importar el tamaño del emprendimiento, están fuertemente vinculados a las métricas, desde las básicas como: número de ventas, margen de utilidad, retorno de la inversión, etc. hasta las más específicas como: CAC, LTV, CTR, Churn Rate y otras.
Bajo el entendido que: «No puedes controlar lo que no puedes medir», las métricas cobran mucha importancia para lograr objetivos de crecimiento, productividad, eficiencia, etc. Sería absurdo quitarles mérito; sin embargo, mantener y superar constantemente las métricas tiene un impacto directo en el emprendedor porque su identidad está asociada a su propio proyecto; por lo tanto, busca ser una persona de alto rendimiento, fuerte y entusiasta todo el tiempo.
Los escenarios que se exponen en el presente artículo son percepciones propias del entorno social que suele habitar el emprendedor y que pueden resonar en mayor o menor medida según el lente de cada uno. El objetivo es cuestionar y visibilizar otro tipo de métricas sobre todo dentro del concepto de «éxito» de un emprendedor y que, en mi opinión, están subestimadas.
El entorno social
La productividad extrema es algo celebrado socialmente. Se aplaude una agenda llena y súper organizada que permita el logro de objetivos y métricas trazadas. Ser «multitasking» o estar en el «Club de las 5 de la mañana» se ve cool.
Vinculado al logro de objetivos y medición constante de desempeño buscando ser «el mejor», el entorno premia a las métricas más altas, por ejemplo, en el ámbito de los concursos, programas, becas, incubadoras y aceleradoras, el emprendedor será medido en base a Key Performance Indicators que permitan medir, comparar y decidir quién será el ganador. Incluso, en muchos casos, se tomarán en cuenta los premios o reconocimientos recibidos anteriormente, la cobertura mediática y, en algunos casos, el mayor número de “me gusta” recibidos en las redes sociales.
En este escenario, la marca personal se convierte en una herramienta de gran valor. Ser overachiever (triunfador), publicar cada logro o reconocimiento, buscar presencia en eventos, hacer networking todo el tiempo, etc. se convierte en algo estratégico e inteligente.
TIENE MÉRITO ser disciplinado, organizado, perseverante, saber compartir conocimiento, inspirar a otros, cosechar logros, etc. Pero ¿Qué pasa cuando el entorno comienza a validar a los emprendimientos y a los emprendedores bajo ese parámetro social de éxito? ¿Qué pasa cuando el emprendedor se obsesiona por las métricas? ¿Qué pasa cuando la presión por hacer todo bien, incluyendo los otros ámbitos de su vida, sobrepasa los límites del emprendedor? ¿Qué pasa cuando a pesar de todo el esfuerzo y ganas que le pone a su emprendimiento, no logra ser «un triunfador»?
El espectro de respuestas a estas preguntas puede ser tan amplio y diverso como las personas mismas pero todas ellas implican un IMPACTO EN LA SALUD MENTAL. En general, las consecuencias son el estrés, agotamiento, desequilibrio entre trabajo y vida personal, falta de descanso, falta de autocuidado, depresión, ansiedad, síndrome del impostor, burnout, etc.
Las métricas invisibles
Algunos resultados del estudio piloto elaborado por Healthy Minds for Entrepreneurs donde analizaron a emprendedores de alto impacto muestran que:
– Un 50 %, mostró síntomas de estrés moderados, severos o muy severos.
– Un 40 % mostró síntomas de ansiedad moderados, severos o muy severos.
– Un 35 % mostró síntomas de depresión moderados, severos o muy severos.
-La familia es un factor protector de la salud mental.
-Participar en una incubadora está relacionado con mayor ansiedad.
-Las personas mayores de 35 años tienen menos síntomas de ansiedad.
-No se encontraron diferencias en salud mental entre mujeres y hombres emprendedores.
-Sorprendentemente, las personas con experiencia previa en emprendimiento no mostraron mejores resultados que los principiantes.
Si bien en el país no tenemos datos sobre la incidencia del emprendimiento en la salud mental, podemos observar que los constantes e infinitos escenarios de incertidumbre, la presión por carga de trabajo, los retos económicos, las obligaciones impositivas, los contextos propios a nivel familiar y social, muchas veces sobrepasan al emprendedor y conllevan costes emocionales muy fuertes.
Es en este sentido quiero exponer algunas «métricas invisibles”, es decir, aquellas que suelen ser subestimadas y rara vez tomadas en cuenta como éxito.
- Enfoque
Enfocarse en hacer una sola cosa genera incomodidad en alguien multitasking bajo el supuesto de: «Mientras más cosas pueda hacer al mismo tiempo, más productivo soy». Sin embargo, en una entrevista al mexicano Guillermo Vega especialista en neuropsicología, menciona que, al hacer muchas tareas a la vez, el cansancio incrementa y disminuye la concentración, la capacidad para retener y la capacidad para comunicarse con claridad.
Incluso si las cosas que se hacen a la vez son cosas que se disfrutan, el hacerlas al mismo tiempo reduce el disfrute y a largo plazo se genera una sensación confusa donde nos preguntamos: ¿Cómo es posible que pueda estar haciendo tantas cosas que me agradan, pero no las estoy disfrutando? Como respuesta se suele cuestionar la propia identidad en lugar de cuestionar el multitasking.
- Vínculos reales
Una de las métricas usadas para medir el impacto empresarial es el número de empleados que el emprendimiento posee, pero, ¿qué tal si más allá de pensar en cantidad pensamos en la CALIDAD DE LOS VÍNCULOS, en el arte de capacitar y empoderar de manera empática y paciente?
Cuando se trata de un emprendimiento pequeño o incluso de un emprendedor solitario, los lazos que se forman con los colaboradores, proveedores y hasta con los clientes, son ÍNTIMOS Y CERCANOS. Estos lazos pueden llegar a transformarse en grandes amistades y representar un aporte significativo que realmente cambie la vida de las personas más allá de lo laboral. Este impacto invisible puede llegar a ser tan grande e importante como «efecto mariposa».
- Crecimiento horizontal
Uno de los insights (hallazgo) interesantes de un estudio que vincula a los empresarios y el burnout (cronificación del estrés laboral) realizado por la Universidad de Amsterdam, liderado por el profesor de emprendimiento Martin Obschonka, menciona que los emprendedores solitarios tenían el riesgo más bajo de burnout entre los emprendedores estudiados y que el riesgo aumentó para los empresarios que se expandieron y contrataron empleados. Este es un buen recordatorio para cuestionar la configuración predeterminada: “el crecimiento siempre es bueno”.
El tema de los empleados siempre ha sido álgido dentro de las conversaciones con emprendedores, algunos prefieren no crecer en tamaño debido al estrés que conlleva contratar personal, sin embargo, mantener el negocio pequeño no significa no crecer de manera diferente o en otros aspectos. El sentirse con menos responsabilidades les permite, por ejemplo, tener otro trabajo, dedicar más tiempo a otros proyectos, a la familia, aprender nuevas habilidades, disfrutar de pasatiempos, amigos, deporte, etc.
- Las pausas
El parar y no hacer nada está asociado con ser improductivo; sin embargo, Austin Kleon, el autor del libro Roba como un artista, sugiere practicar la «procrastinación productiva» que consiste en dejar de ponerle atención a un proyecto cuando canse y darse el tiempo para aburrirse y perderse porque es ahí cuando surgen las mejores ideas.
Paradójicamente, ser improductivos impulsa la productividad, hay que hacer cosas que le hagan bien al alma como parte de la vida y no solo como una forma de premio por haber logrado una métrica, cosas que para cada uno provoquen felicidad y que no tengan nada que ver con el emprendimiento: perderse viendo un atardecer, reír hasta que duela la panza, bailar hasta estar macurcado, irse por ahí, jugar, meditar, etc.
- Pequeñas victorias
Es importante dejar de validar el emprendimiento y al emprendedor en base al parámetro de éxito de la sociedad e incluso de la propia familia, también evitar que los resultados de los concursos, becas o premios afecten a la autoestima porque los criterios de selección usados no suelen tomar en cuenta muchísimas variables del contexto o luchas individuales. Los resultados de los concursos no validan o invalidan el valor de una persona ni todo su camino recorrido.
El lado humano del emprendedor involucra problemas personales, salud, valores, batallas diarias, miedos, etc. Factores externos al emprendimiento pero que afectan su rendimiento directamente. Por lo tanto, es importante saber reconocer las «pequeñas victorias» es decir, los pequeños progresos diarios que se tienen SIN COMPARARSE con los demás.
En el documental Stutz donde el actor Jonah Hill entrevista a su prestigioso terapeuta, Philip Stutz, se habla del «collar de perlas». Stutz explica que cada acción que se lleva a la práctica es una perla de un metafórico collar que es la vida. Todas las perlas valen lo mismo, no importa si es una acción grande o muy pequeña. Stutz asegura que un ganador no es aquel que toma las mejores decisiones sino quien asume el proceso de seguir siempre adelante añadiendo perlas al collar.
- El autoconocimiento
Las metodologías de innovación como Lean Startup, Design Thinking y Design Sprint, tienen en común el alto grado de importancia que se le da a EMPATIZAR con el cliente y usuario para poder encontrar insights (verdades ocultas) porque es a partir de ellas que se puede crear verdaderas soluciones innovadoras.
¿Qué pasaría si se diera el mismo nivel de importancia a encontrar los propios insights como personas?, si se investigara ¿por qué uno es como es?, ¿cómo le afecta su entorno, historia de vida, experiencias, influencias, etc.?, ¿de dónde vienen sus miedos, aspiraciones y sueños?
Saber ESCUCHARSE, ENTENDERSE Y ATENDERSE a nivel físico, emocional y espiritual ayuda a la toma de decisiones, fijación de propios límites, comunicación asertiva con los demás y regulación emocional. Es importante recordar que UNO MISMO ES SU PROYECTO MÁS IMPORTANTE y que el autoconocimiento es un camino permanente que toma tiempo.
Como emprendedora y amiga de emprendedores de diversos contextos he podido percibir estas «métricas invisibles» que espero sean cada vez más valoradas por el ecosistema emprendedor y la sociedad en general.
Creo que vale la pena redefinir qué es el éxito para uno mismo y cuestionar la importancia de las métricas celebradas socialmente vs. las propias para dejar de tomar decisiones en base a lo que se cree que es «aceptable» y empezar a tomar decisiones en base a la propia congruencia.
Exigirse a uno mismo no tiene nada de malo, pero prefiero ver a la productividad como PARTE DE UN CICLO que incluye pausas y áreas fuera del emprendimiento. Pienso que el emprendimiento no es la identidad del emprendedor, es solo una parte de ella. Todos somos diferentes, no existen «recetas para el éxito» y por lo tanto, la validación externa no es necesaria, la productividad es relativa y las métricas también. ¿Y tú, qué otras métricas te cuestionarías?
