Desde el año 2019, Bolivia se vio en medio de una crisis social, económica y política, que posteriormente fue agravada por una crisis sanitaria (COVID-19), agudizando serios problemas ya existentes. El impacto económico sufrido por esta situación se tradujo en desempleo, insostenibilidad de las empresas y precariedad en las condiciones de trabajo en general. En Bolivia, según datos de la OIT, más del 80% de la población vive del empleo informal, y cada año cientos de nuevos jóvenes entran al mundo laboral en estas condiciones.
Frente al actual contexto, tanto por oportunidad como por subsistencia, emprender se ha convertido es una necesaria alternativa. A nivel mundial el emprendimiento ha crecido exponencialmente en los últimos años, según los diferentes reportes del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), la mayor red de investigación enfocada al emprendimiento a nivel mundial. No solo como un medio para combatir la pobreza y reducir la desigualdad en los diferentes estados y en el mundo, sino también como una fuente indiscutible de innovación, competencia y crecimiento para las economías de los países. Desde incubadoras de empresas, talleres, webinars, hasta instituciones que se dedican únicamente a proveer de financiamiento, muchos países han empezado a tomar acciones con tal de incrementar la cantidad de emprendimientos que permitan el desarrollo de sus economías.
Sin embargo, Bolivia aún no ha dado el salto para apoyar el desarrollo de más y mejores emprendimientos. Los últimos datos para Bolivia del Global Entrepreneurship Monitor 2014 (GEM), señalaban una disminución en el porcentaje de la Tasa de Actividad Emprendedora en Etapa Inicial (TEA). En este contexto, los jóvenes juegan un rol muy importante, al ser quienes se enfrentan mayoritariamente al desempleo, y quienes buscan además mejores condiciones laborales y de vida. Si bien, de acuerdo a la misma investigación, la actividad emprendedora inicial para el grupo de personas que se encuentran entre los 25 y 34 años de edad representaba un 33,2%, y era el más alto entre todos los grupos, la cantidad de emprendimientos establecidos por los mismos reduce a un 4,1%. Datos muy similares fueron brindados por el estudio de Mapeo del ecosistema de tecnología digital en Bolivia 2021, según el cual, del total de empresas identificadas, 67,6% tiene menos de dos años de antigüedad, 24,3% tiene entre dos y cinco años y solo el 8,1% tiene más de cinco años. Se devela la existencia de una alta tasa de discontinuidad en este grupo, que, si bien tiene mayor dinamismo para emprender, no logra una sostenibilidad que sobrepase los 3,5 años.
En Latinoamérica la probabilidad de fracasar al iniciar un nuevo emprendimiento es alta. Pero, ¿por qué sucede ello? ¿por qué los y las jóvenes fracasan o descontinúan sus primeros emprendimientos? ¿Cuáles son los errores que usualmente cometen y los llevan al fracaso?
Principales causas de la discontinuidad o fracaso de los primeros emprendimientos
Como se menciona en el estudio realizado por el Instituto del Fracaso en México (2014), “resulta crucial identificar y analizar cuáles son los principales factores que influyen en el fracaso, desde el punto de vista de los emprendedores, con el fin de identificar errores comunes, lecciones aprendidas y aspectos a tener en cuenta para la formulación de nuevas estrategias que ayuden a disminuir la tasa de los emprendimientos que fracasan”. A partir de una investigación realizada el año 2018, se identificaron las siguientes como las principales causas de la discontinuidad y/o fracaso del primer emprendimiento de los jóvenes de la ciudad de La Paz:
1. Pasión por el objeto del emprendimiento.
Sin duda, al analizar las experiencias de los diferentes emprendedores, la falta de pasión por el objeto del emprendimiento resultó ser el elemento principal por el cual los emprendedores decidieron poner fin a su emprendimiento. Los jóvenes de clase media y media alta afirman sentirse apasionados por el hecho de emprender en sí. Sin embargo, cuando se les presentaron oportunidades mejores, ya sea mayor estabilidad laboral o estudiar en el extranjero por ejemplo, no tardaron mucho en aceptar estas últimas y descontinuar sus emprendimientos. Esto se explica en parte por la razón misma por la cual emprendieron: por una cuestión de oportunidad de mercado, no por subsistencia. Esto lleva a la conclusión de que un factor tan subjetivo como es el sentirse apasionado por el producto o servicio en el que se está emprendiendo, resulta ser determinante entre este segmento al momento de decidir si continuar o no con el emprendimiento, sin importar cuan innovador, cuanto potencial tenga o cuan bien le esté yendo al mismo.
2. Elección de un socio.
Por otro lado, el segundo factor se puede resumir en dos escenarios: la mala elección de un socio y la falta de uno. En el primer caso, al momento de elegir un socio, usualmente se priorizan factores como la afinidad y la cercanía personal (amigos, amigas, familiares y hasta parejas), sin tener en cuenta elementos fundamentales como una visión clara y compartida, tanto de lo que se espera del emprendimiento como de los roles, forma y tiempo en la que se lo quiere desarrollar. Tampoco se puede obviar el hecho de que, si no se tienen pautas claras, las cuestiones personales se entremezclan con las profesionales.
Por otro lado, quienes optan por no contar con un socio, usualmente lo hacen motivados por el deseo de ser los únicos dueños de la empresa, poder tomar todas las decisiones y obtener todos los beneficios. Pero, si no se analiza la carga de trabajo y el crecimiento potencial que puede tener el emprendimiento, optar por no tener un socio puede no ser la mejor vía. En ambos casos las repercusiones de estas decisiones son influyentes en el cese de los emprendimientos.
3. Falta de una visión clara a largo plazo.
El tercer factor gira en torno a la visión, y específicamente a la falta de visión a largo plazo. La importancia de una visión a largo plazo conlleva una planificación acorde a ello, con expectativas de crecimiento y oportunidad que vayan más allá de generar ingresos únicamente para el momento actual. Pero, además, es un elemento que mantiene al emprendedor motivado y orientado. Al considerar que este grupo se caracteriza por la dinamicidad se puede entender cómo la falta de una visión, que se encuentra a su vez traducida en retos y estrategias de superación, es una causa para que los jóvenes pierdan motivación por el emprendimiento. Muchos jóvenes que emprenden por primera vez, enfocados solo en el hoy, no le dan importancia a este aspecto o confunden las metas y objetivos de mediano plazo con la visión, por lo cual toda la planificación va acorde a ello y en cierto punto puede llegar a estancarse.
4. Falta de un mentor.
La falta de un mentor está relacionada a factores como la confianza de muchos en la idea de que emprender es un proceso intuitivo, y que se aprende en la práctica. Si bien ello no es del todo falso, contar con una persona entendida en el ámbito y más aún en el rubro en el que se quiere trabajar puede ser un elemento de éxito o fracaso para el futuro del emprendimiento. Ello lo confirman los mismos emprendedores cuando miran en perspectiva y en su mayoría aseguran que contar con un guía que tenga conocimiento, ya sea en el rubro o simplemente en la administración de un emprendimiento, hubiera facilitado el proceso (financiero, comercial, administrativo, etc.) y les hubiera evitado cometer varios errores; esto adquiere mayor relevancia para emprendedores que no tienen ninguna clase de formación en administración de empresas o similares. Si bien un mentor no era una práctica muy usual, actualmente las incubadoras de empresas proveen guías y sin duda la cultura emprendedora en torno a este factor está cambiando.
5. Realización de un plan de negocios.
En el caso de la falta de un plan de negocios como tal, los emprendedores no consideran que ello haya influido verdaderamente en el cese de su emprendimiento. No obstante, la falta de cualquier tipo de planificación ciertamente si incide en la continuidad de un emprendimiento. No es necesario realizar un plan de negocios formal siguiendo toda la estructura de la misma, siempre y cuando se tenga una idea de lo que se quiere realizar. Ante ello han surgido diversas metodologías orientadas a lograr el mismo resultado, pero acordes a los nuevos contextos cambiantes. Como menciona Eric Ries (2011), los antiguos métodos de gestión, planificación y pronóstico son útiles cuando se basan en un largo y estable historial operativo y con un entorno relativamente estático, lo cual no aplica para los nuevos emprendimientos y startups. Metodologías como la Lean Startup no pierden el tiempo creando complicados planes de negocio, sino que permiten a los emprendedores probar su visión continuamente, aprendiendo de los clientes constantemente y adaptándose antes de que sea muy tarde, lo cual resulta aún mucho más beneficioso para este tipo de empresas.
6. Realización de un estudio de mercado.
Lo mismo sucede con la falta de un estudio de mercado al iniciar un emprendimiento. Muchos de los entrevistados afirmaron no haber hecho un estudio de mercado grande y estructurado, sino más bien uno básico y más intuitivo con su círculo cercano, ya sea con amigos, familiares o vecinos. En el mismo analizaron preferencias, tendencias, capacidad de compra, segmento de mercado, etc. Su utilidad fue básicamente para asignar precios a los productos o servicios y confirmar la satisfacción de la gente con los mismos. Muchos de ellos tenían emprendimientos innovadores, y nacieron de la oportunidad de mercado, lo cual explicaría también que no les fue necesario o fundamental el contar o no con un estudio de mercado.
7. Falta de conocimientos sobre administración financiera.
Como séptimo factor influyente en la discontinuidad de los emprendimientos se encuentra la falta de conocimientos sobre administración financiera. Al consultar con los entrevistados, la mayor parte no tiene afinidad con el tema de las finanzas, no obstante, ello no fue un factor crucial. Si bien para algunos resulta determinante, (razón por la que se la toma en cuenta en la lista) sobre todo si no se cuenta con ningún tipo de estrategia para llevar adelante un monitoreo financiero, la mayor parte opta por delegar este aspecto a un tercero o buscar alternativas que vayan más acorde a sus necesidades y entendimiento del área. Cabe recalcar que uno de los problemas más comunes al escuchar las experiencias de los entrevistados es el mal uso de los ingresos. Al emprender por primera vez, y en muchos casos al incrementar su poder adquisitivo por primera vez, se vieron en la oportunidad de consumir más y hacer un gasto indiscriminado y poco responsable de sus ingresos, dejando de lado temas como la reinversión o contar con un colchón financiero para posibles eventualidades. Acciones como estas, si no son solucionadas, puede llevar a un mal manejo administrativo y no solo a la discontinuidad sino al fracaso del emprendimiento.
8. Falta de conocimiento sobre el rubro en el que estaban emprendiendo.
Finalmente, la que se creería es un factor determinante para el fracaso o la discontinuidad del emprendimiento como es el desconocimiento del rubro, en la práctica, según los entrevistados, es una barrera fácil de sobrellevar; muchos incluso afirman haberlo tomado como un reto. Los principales problemas que esto conlleva son la falta de conocimiento de las regulaciones existentes y por ende mala planificación en lo que respecta a tiempo, recursos y capacidad de crecimiento. En cualquier caso, la falta de conocimientos sobre esta área no llega a tener mucha influencia en la discontinuidad del primer emprendimiento de los jóvenes, siempre y cuando se recurran a personas o herramientas que se encarguen de este tema y se actúe con rapidez para remediar los problemas que puedan surgir.
¿Por qué es importante analizar el fracaso?
Partiendo de la premisa de que se suele aprender más de los errores que de los aciertos, existe una corriente que tiene una perspectiva diferente de la necesidad casi imperiosa de ser exitoso y solo aprender o buscar consejo quienes lo son. Los Fuck Up Night son un ejemplo de ello, donde se pasa de ver al fracaso como algo negativo, asumiendo además que todos fracasan alguna vez, y que es más bien eso y el aprendizaje que deja, lo que lleva a una persona al éxito. Además, más allá del “éxito” inicial que una persona y sobre todo un emprendimiento pueda generar, la clave está en su sostenibilidad; uno de los desafíos más grandes.
Si bien hubo una disminución de la discontinuidad de los emprendimientos, según datos del GEM (2014), Bolivia aún continúa siendo uno de los países con las más altas tasa de discontinuidad a nivel regional, con un ecosistema que no fomenta el desarrollo del emprendedurismo. El mismo debe ser tratado prioritariamente por su potencial económico y social, por lo que es necesario tomar acciones para revertir el fenómeno de la discontinuidad de los emprendimientos, más aún en una época donde la reactivación económica se hace urgente. Como mencionan Kantis, Federico y Menéndez (2012: 8) “la contribución de las nuevas empresas al empleo, la innovación y el crecimiento económico depende principalmente de la cantidad de nuevas empresas que logran sobrevivir y, en especial, crecer de manera significativa. (Acs y Mueller, 2008; Nyström, 2008; Van Praag y Versloot, 2007)”.
Existe mucho potencial en los jóvenes bolivianos que, guiados por las tendencias mundiales, son cada vez más emprendedores. Así lo han confirmado investigaciones como el Estudio Sobre Emprendedurismo realizado por la universidad Ucatec de Cochabamba, la cual afirma que los jóvenes comienzan a emprender antes de los 18 años, pero sus emprendimientos son principalmente informales y en algunos casos esporádicos. “La edad promedio de los emprendedores en Bolivia está comprendida entre los 30 y 32 años, aspecto que ubica a Bolivia entre los países con mayor juventud entre sus emprendedores en Latinoamérica”.
Existe una gran capacidad para identificar oportunidades de mercado, ya sea innovando en productos o servicios existentes, o resolviendo necesidades claras de una manera creativa y novedosa. El problema sin embargo radica en fomentar el desarrollo y crecimiento de estas ideas de negocio para que no solo lleguen a materializarse, sino a superar los 3,5 años de vida y alcanzar un estado de maduración para ser reconocidos como emprendimientos establecidos. Ya sea por necesidad o por oportunidad, Bolivia tiene una generación de jóvenes emprendedores, que sin embargo requieren de apoyo tanto público como privado para potenciarse. Empezar por trabajar, no solo en los aspectos técnicos, sino en aquellos más subjetivos y de orden personal como la visión o motivación, puede ser un paso para alcanzar mayores tasas de emprendimientos sostenibles. Todo mientras se deja de pensar en el fracaso como un elemento negativo y más bien se aprende de ello.
* El presente artículo está realizado en base a la investigación de tesis “Causas de la discontinuidad del primer emprendimiento de los jóvenes de clase media y media alta en la ciudad de La Paz” (2018) para la EPC, en base a una muestra de 15 jóvenes emprendedores(as) de cerca de siete rubros diferentes, pertenecientes a clases medio y media alta.
