Cuenta la leyenda que El Dorado, una ciudad legendaria conocida por las abundantes minas de oro, que según los mitos tenía calles, templos y figuras hechas en su totalidad de oro. Se dice que la ceremonia de cambio de rey o cacique se centraba en el baño en oro de la autoridad y realizaba ofrendas sagradas en la laguna, todo con el fin de guiar a su pueblo a mejores tiempos. En su momento, la búsqueda incansable de El Dorado duró más de 300 años, en donde se arrasó con todas las comunidades y pueblos por su paso, atravesando Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela e incluso llegando a los extremos de las Guayanas. El Dorado fue una creación de ficción arriesgada por parte de tribus conquistadas, con el principal objetivo de lograr la salida de los europeos a abandonar sus territorios en pos de la búsqueda inútil de míticas y ricas ciudades.
Luego de más de 500 años de conquista y la búsqueda incansable de riqueza abundante sobre la tierra, el modelo en Bolivia no ha cambiado mucho, tuvimos y tenemos eternas promesas de cambio de matriz productiva, en donde lo más sofisticado que se ha logrado es el modelo primario exportador basado en productos y recursos de moda como ser el estaño, plata, oro, gas natural y algunas otras mercancías cotizadas en la bolsa de Chicago como commodities.
Durante décadas hemos depredado los ecosistemas más deslumbrantes de nuestro territorio, construyendo carreteras sobre parques nacionales, incendiando bosques amazónicos chiquitanos, instalando industrias que no despegan para la explotación de minerales, exploraciones hidrocarburíferas fracasadas y explotación minera legal y clandestina. Todo por la búsqueda de dinero rápido y riqueza abundante para unos pocos. Todo esto sin darnos cuenta de que estamos parados sobre un territorio invaluable con enorme potencial para el mundo entero y que está generando grandes oportunidades para cientos de eslabones productivos en Bolivia.
El turismo en Bolivia es un motor con mucha tracción que a pesar de las malas condiciones y poca priorización estatal tiene importantes indicadores económicos, sociales y ambientales, tales como:
- Es el 3er atractor de divisas extranjeras luego de hidrocarburos y minería. Además, tiene una fracción ínfima de los presupuestos estatales. Es válido resaltar que el turismo es considerado un sector exportador de servicios.
- Es el 5to generador de empleos formales en Bolivia, generando 313.000 empleos, que además tienen la característica fundamental de ser el mayor generador de empleo para mujeres y jóvenes.
- En 2019 representó el 5% de aporte al PIB de Bolivia, incluso con la afectación total por pérdidas y cancelaciones por los conflictos sociales del último trimestre de esta gestión.
El modelo productivo actual no propone ni prioriza la industria turística boliviana, a pesar de que en nuestra constitución política es considerado un sector estratégico. Hemos perdido de vista las inmensas oportunidades que este sector tiene para nuestro país por encima de las industrias tradicionales que generan pocos empleos y de mala calidad. Por ejemplo, la inversión pública en litio en Bolivia data de 1970 en donde se inicia la fase de evaluación potencial hasta 1985 (si, quince años para ver si hay potencial), posteriormente se da inicio a la fase de explotación, la misma que es un fracaso rotundo hasta su cierre en 2003. El último ciclo de industrialización de recursos evaporicos no ha tenido éxito y no es competitivo en el mercado global, que a pesar del crecimiento exponencial que se tiene de esta materia prima, Bolivia no logra posicionarse a pesar de tener la reserva más grande del planeta, tal como pasó con el estaño. En estos 41 años de búsqueda de transformación productiva e inversión pública (que al final sigue siendo desangrar la pachamama como lo hicieron los colonizadores hace 500 años). No se ha logrado encontrar los templos de oro ni al cacique digno de ser bañado en oro, de hecho, en 2010 se hizo un compromiso de inversión de 902 millones de dólares a ejecutarse hasta el 2014 (como si el dinero de los anteriores 35 años no hubiera sido suficiente). A la fecha el proyecto no logra los objetivos esperados ni ha recuperado su inversión.
En contraste, el salar de Uyuni durante el 2000 y 2010 tuvo inversión pública aproximada de 27 millones de dólares (que representa el 2.9% de la inversión en litio), y que no toda esta inversión fue direccionada a turismo. En ese periodo el turismo generó:
- Atracción de 600 mil visitantes que trajeron ingresos aproximados de 598 millones de dólares.
- Generó más de 19.000 empleos a lo largo del territorio nacional.
- Tuvo un ecosistema empresarial de 3.186 unidades económicas legalmente establecidas.
Una de las principales características del turismo es su crecimiento exponencial y diversificación de servicios a lo largo de los atractivos turísticos. De 2010 a 2020 el atractivo salar de Uyuni ha generado un crecimiento sostenido anual de 12.21% y ha ganado participación del flujo total de Bolivia partiendo con un 7% en el año 2000 y logrando un 56% en 2019, posicionándose como el atractivo más importante de todo el territorio y generando anualmente 1 millón de visitas y casi 950 millones de dólares en toda la cadena productiva.
La comparación es obvia y es evidente dónde se encuentra la verdadera oportunidad. El estancamiento no se debe a la falta de recursos económicos o la falta de atractivos turísticos, el principal motivo es la falta de liderazgo, falta de visión, voluntad política y decisiones estratégicas en favor del sector turístico, para que este se convierta en nuestro motor económico, basándonos en el potencial real que tiene nuestra tierra, pero sobre todo confiar en las habilidades de nuestra gente.
Dentro del universo infinito de oportunidades que tenemos en nuestra tierra prometida, en los últimos años la producción de proteína animal se ha convertido en un excelente negocio, con gran retorno sobre inversión gracias al mercado asiático, pero, apalancado por un modelo de negocio depredador, que además, acompaña el tráfico de tierras, tráfico de animales silvestres y la destrucción total de ecosistemas vitales para toda la humanidad, esta combinación es perfecta para la legitimación de ganancias ilícitas y el cuoteo político en todos los niveles del estado. Solamente en 2021 los incendios forestales abarcan una extensión 786.584 hectáreas, el equivalente a 10 ciudades de Nueva York bajo fuego durante 3 meses.
¿Qué es lo que realmente se podría hacer en este territorio? En 1967 nació una visión turística en una zona pantanosa que tenía algunas actividades mineras que eran deficitarias y que el potencial para cualquier industria tradicional de la época era casi nulo, motivo por el cual los inversionistas vendieron 110 km cuadrados por 1.5 millones de dólares. El comprador tenía el sueño de construir una ciudad futurista que era conocida por el nombre de “la ciudad del progreso”. Al poco tiempo, el visionario inversor falleció por cáncer de pulmón, dejando así su legado en su equipo de trabajo, quienes lograron convertir este sueño en realidad, fundando así Disney World. En 2019 este espacio ha generado 26mil millones de dólares, este monto representaría el 63% del PIB total de Bolivia en la misma gestión, solamente en transacciones de entradas al parque y noches de hotel. ¿Cómo es posible que en Bolivia tengamos la capacidad de incendiar 7865 km cuadrados (71 veces Disney World) y no darnos cuenta de la infinita oportunidad que tenemos en turismo especializado?
Estimado/a lector/a, antes de que usted se espante por tan dispareja comparación entre el majestuoso oriente boliviano y los pantanos de Orlando Florida en Estados Unidos, debo comentarle sobre las particulares oportunidades del turismo especializado, para este ejemplo utilizaremos el avistamiento de aves, si, así como usted lo lee, gente que está dispuesta a pagar miles de dólares por día (sí, usted leyó bien, miles de dólares por día), todo con el único objetivo de contemplar pájaros y fotografiarlos en su hábitat natural. Este es un nicho tan específico que hasta parece absurdo, sin embargo, en este nicho hay gente que está dispuesta a pagar 7000 dólares al día para fotografiar aves (se lo dije, miles por día). El turismo especializado es la oportunidad invaluable que debemos aprovechar, año tras año, mientras quemamos nuestros bosques, secamos nuestros lagos y contaminamos nuestros ríos para encontrar esa deslumbrante ilusión de un recurso natural infinito que nos permita construir templos de oro, perdemos oportunidades de miles de millones y de manera acelerada estamos dejando de estar entre los 10 países megadiversos del mundo. Se preguntará de qué tamaño es el movimiento económico de un nicho tan particular como contemplar pajaritos estando hincados de rodillas durante horas en medio de la selva sin siquiera tener un baño a decenas de kilómetros cerca. Solamente en el país vecino Perú se estimaron movimientos económicos de 7mil millones por avistamiento de aves, lo que representa 7 veces más de lo que Bolivia género en su mejor año. No es necesario construir montañas rusas o simuladores modernos, simplemente es encontrar nuestros nichos competitivos y desarrollarlos con las capacidades de los bolivianos.
Al igual que muchos, usted exclamará ¡Qué podemos hacer! A continuación, algunas recomendaciones que toman al turismo como un elemento transversal para el desarrollo económico, social y ambiental.
1. Conectividad y competitividad de precios.
Uno de los factores fundamentales para el éxito de un destino turístico es su accesibilidad. En Bolivia contamos con más de 45 aeropuertos, todos funcionales y casi todos deficitarios. Los costos administrativos y de alquiler en nuestras fronteras aéreas son, en algunos casos, hasta más caros que los hubs latinoamericanos de El Dorado en Colombia o Jorge Chavez en Perú. Adicionalmente, nuestras tarifas aéreas son extremadamente elevadas haciendo que el acceso al destino no solamente sea caro sino extremadamente largo por las escalas necesarias para llegar a Bolivia.
Viajar a Bolivia es ridículamente caro, de hecho, en algunos tickets aéreos el 52% del valor del pasaje es para pagar impuestos, tasas y regulaciones burocráticas absurdas, como el Impuesto a Salidas al Exterior ISAE, el mismo que es único en el mundo y no se re-invierte ni para poner papel higiénico en los baños. Estos factores espantan a las aerolíneas de Bolivia y que de a poco nos vamos quedando aislados de mercados emisores de turismo de alto valor.
2. Atracción de mercados internacionales.
Bolivia es vecino de uno de los países más grandes del mundo y que además es uno de los emisores de turismo de lujo más importante de las américas. Brasil, como estrategia nacional es imperdonable que no tengamos como mínimo señalética en portugués e invertir en esfuerzos comerciales para que el pueblo carioca venga a conocer nuestra cultura, gastronomía, naturaleza y por supuesto nuestras particulares ciudades. Actualmente un vuelo Sao Paulo – Miami es más barato que Sao Paulo – Santa Cruz. La inversión boliviana en difusión internacional es nula, y aunque le parezca difícil creerlo, es más barato publicitar en canales internacionales con llegada a todo el mundo que difundir publicidad en canales nacionales, esto, sin mencionar que el posicionamiento del destino va más allá de la marca, logotipo o slogan, es utilizar los atributos positivos y negativos que tiene nuestra nación para atraer a visitantes curiosos de nuestra cultura milenaria donde coexiste lo milenario con lo moderno. El claro ejemplo es Colombia, que en tiempos de guerrilla no lograba superar los 400 mil visitantes al año y posterior al acuerdo de paz logró batir sus records año tras año llegando a más 4.5 millones de visitantes en 2019, esto se debe a una estrategia muy bien pensada con el exitoso mensaje “el riesgo es que te quieras quedar”. Colombia ha logrado especializar la oferta turística, buscando alejarse del turismo mochilero y tratando de fortalecer el turismo de lujo de países como Estados Unidos, quién es el principal mercado internacional. Esta sugerencia quedaría incompleta sin hablar de la visa boliviana que era solicitada a todos los visitantes estadounidenses, quienes no solamente son nuestro principal socio comercial de productos de exportación, sino que antes de esta absurda regulación era el principal mercado emisor de turismo a Bolivia, este requerimiento fue liberado en el gobierno de transición, pero no existe una estrategia de promoción y atracción del viajero estadounidense. Las sugerencias pueden ser miles, pero se ven limitadas por el presupuesto, motivo por el cual sería ideal reducir la propaganda estatal en canales estatales y destinar estos recursos a la difusión internacional para atraer visitantes de diferentes categorías y en búsqueda de destinos culturales, naturales, gastronómicos y de aventura.
3. Flexibilidad impositiva como multiplicador de oportunidades.
Bolivia tiene un ecosistema megaregulado para las empresas formales, dentro de las cuales el turismo ocupa de manera orgullosa el mayor índice de formalidad de todo el país y por lo tanto el más castigado y regulado, que, además, es quién menos inversión recibe por parte del estado. En la década de los 70s y debido a la explosión del narcotráfico muchas ciudades se vieron afectadas por el crimen organizado, prostitución, tráfico de drogas y contrabando. Una de estas ciudades se veía hundida en tormentosas noticias trágicas y que de manera acelerada perdía inversiones y visitantes. A inicios de la década de los 80s se tomó la decisión de convertirse en destino turístico de millonarios y generar el hub turístico más importante de toda la región, el primer paso fue liberar por 30 años todos los impuestos a inversiones hoteleras en la costa, subvencionar las operaciones de aerolíneas y fomentar la formación de recurso humano especializado en turismo. La costa menos valiosa, que de hecho era rocosa y era un lugar conocido para la compra de drogas y acceder a prostitución, no tenía ningún tipo de atractivo para los pocos visitantes que en aquellos años pasaban por este destino. Hoy en día se convirtió en la costa más visitada, con hoteles lujosos y que atrae a millones de visitantes cada año, a lo que técnicamente es una playa artificial (quién soy yo para criticar sobre arena si ni mar tengo). Pues si aún no adivinaron, estamos hablando de la playa de South Beach en la ciudad de Miami. La apertura a inversiones y la mejora de condiciones para el empresariado tiene como efecto una transformación real en ecosistemas que a simple vista no tiene mayores oportunidades, pero que de manera integral y transversal ha logrado en fortalecer el comercio, desarrollo de servicios, inversiones en bienes raíces, sistema financiero y por supuesto turismo en toda su cadena productiva. Antes de que usted me diga “pero, no tenemos mar” solo debo comentarle que Punta Cana tiene 95km lineales de costa y el lado boliviano del lago Titicaca tiene 1.125 km lineales, no nos falta mar, nos faltan ideas.
Tan importante como el turismo internacional es la generación de orgullo nacional con nuestros atractivos nacionales, pero, usted, al igual que millones de bolivianos que quieren descubrir su patria, seguramente ya se dio cuenta que, viajar dentro de Bolivia es relativamente tan caro como conocer el extranjero. ¡No se diga más! Uno de los dinamizadores más importantes de turismo interno es la planificación del calendario, donde se pueda dar lo que todos soñamos “feriados con puente”. Esta medida por sí sola no es efectiva, sin embargo, si logramos generar un incentivos a través de la devolución de IVA a los servicios turísticos como hoteles, aerolíneas, transporte terrestre y restaurantes tendríamos precio preferencial como bolivianos respecto al viajero internacional, que además, podría ir acompañado de inyección de recursos financieros para quebrar la estacionalidad existente de temporada baja y temporada alta o dependencia de fechas clave como carnaval, semana santa o vacaciones. La idea es simple, por compra de servicios facturada que tenga un establecimiento con categoría turística se acumula este monto en su número de identificación tributaria, todo este monto debe ser utilizado exclusivamente entre la planta empresarial turística.
4. Digitalización y existencia en el cyber mundo.
Hoy en día las realidades paralelas que tenemos como humanidad son varias, de hecho, el gigante Facebook alberga en su plataforma a más de 2.3 mil millones de usuarios que en un 43% pasan 7 horas al día acariciando su celular con el pulgar esperando ser deslumbrados. En 2020 se calculó que el 93% de los viajeros compraron sus viajes en línea y más del 75% preferiría no utilizar dinero en efectivo. Más impresionante aún, es que la decisión de compra de los viajeros se ha visto influenciada en 91% por redes sociales y publicidad digital. Es lamentable que al escribir “Uyuni Bolivia” nos encontramos con noticias de emprendimientos, empresas e inversión extranjera de alto valor ardiendo en llamas. Estas poderosas herramientas son tan efectivas para posicionar lo auténtico y bello, pero al mismo tiempo viralizan en cuestión de minutos las malas noticias. La presencia digital de nuestros destinos es prácticamente inexistente y ni hablar de la posibilidad de poder hacer compras en línea, estamos en el momento perfecto para que la generación de jóvenes amantes de su país, establezcan empresas y emprendimientos que puedan conectar al mundo entero con este glorioso territorio. El turismo es una industria que va muchos pasos digitales por delante de otras industrias, para inicios del 2000, luego del boom del internet la tecnología turística ya era capaz de conectar cientos de miles de vuelos de manera simultánea a través de distintos proveedores de tecnología, mientras que el sistema financiero aún tomaba algunos días en procesar las cuentas en cheques. Hoy, el turismo es uno de los sectores que mayor integración y vinculación tiene entre distintas empresas del mundo, motivo por el cual su crecimiento es exponencial y ágil para llegar a distintos mercados, la clave radica en la toma de decisiones basada en información actualizada, en Bolivia aún no procesamos la información existente, y no porque no la tengamos, incluso todos los papeles y formularios llenados a mano son datos no procesados.
Otro factor clave son los espacios comerciales que tenemos para promocionar el destino, o dígame usted, en pleno 2021 seguiría visitando ferias presenciales cuando por algunos miles de dólares somos capaces de llegar a cientos de miles de millones de personas durante todo el año, de manera específica, puntual y conociendo sus intereses para que pueda planear su viaje y no dependamos de la improvisación o el conocido “turismo rebalse” de otros países vecinos. Debemos desarrollar una estrategia de promoción y difusión digital efectiva, que vincule los mercados emisores con nuestro destino, el marketing digital tiene el potencial de poder medir cada una de nuestras decisiones. En contraste, los gastos que se hacen en ferias internacionales no son medibles y hasta ahora los pocos acuerdos comerciales logrados tuvieron beneficios específicos para determinadas regiones y sectores.
Desde que se descubrió el continente hasta estos tiempos modernos, nuestro territorio ha tenido la cabeza en la pachamama, teniendo hipócritas rituales de respeto a la madre tierra mientras que en nuestros actos cotidianos hemos ultrajado cada partícula de polvo. Debemos dejar de incendiar para exigir, de quemar para progresar, es momento de respetar nuestros infinitos privilegios naturales, geográficos y conectarnos con las infinitas oportunidades que la industria turística nos trae. No esperemos al cacique bañado en oro que lo único que busca es tenernos buscando una ilusión y nos utiliza de ofrenda. Estamos en el momento perfecto para fortalecer el que podría ser el motor más importante de la economía boliviana, luego de la crisis más grave de los últimos tiempos, es momento de aceptar la realidad y entender que en algún momento debemos cerrar las llaves de gas, dejar de prenderle fuego al bosque y trabajar para que el mundo entero llegue a Bolivia a maravillarse con nuestra verdadera riqueza. Que esta era post pandemia nos empuje para que podamos vivir del turismo.
