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Basado en observaciones del emprendedor que emprende para sobrevivir.

Caminando por las calles de La Paz uno encuentra una mezcla muy interesante de personajes deambulando por la ciudad. La ciudad maravilla siempre fue icónica por ser considerada la ciudad de las oportunidades en Bolivia. Si lo vemos desde el punto de vista socioeconómico, para la gente que migra del área rural, es un gran logro llegar a la gran ciudad. Esto ha sido representado en muchas películas bolivianas donde el protagonista llega a la Ciudad de El Alto y puede observar desde la ladera una imponente ciudad en las faldas del Ilimani. Pero como en toda ciudad no solo hay más oportunidades, si no que lo retos también son más complejos. Conseguir trabajo se vuelve más difícil puesto que hay más competencia y es en ese preciso momento que las personas deciden emprender. De la necesidad, del sentido de supervivencia y la autosuperación, estos emprendedores comienzan su viaje.

El mercado informal en La Paz es bastante prominente, demuestra que el paceño si no encuentra la oportunidad, procederá a crearla. Muchos de estos emprendedores nunca lograron acceder a educación superior o educación técnica, mucho menos están debidamente capacitados en temas relacionados a administración financiera o emprendimiento, por lo que van aprendiendo a prueba y error.

Actualmente, según datos de Fundempresa a agosto del 2020, La Paz es la ciudad donde se encuentra concentrada la base empresarial con un 31.0% y observando con detenimiento se puede ver que esta misma base empresarial, desagregada por tipo societario, muestran que el 79.1% de toda esta base son empresas unipersonales.

Este porcentaje alto de empresas unipersonales esconde una realidad que no se observa a simple vista, no todos estos microempresarios están capacitados en todas las áreas que requiere tener un negocio. Y esto tampoco los detiene dado que ellos no tienen un margen de error, tienen los ahorros en juego, algunos están endeudados y otros incluso acuden prestamos familiares para poder subsistir.  Muchos de ellos dependen de este negocio para llevar comida a su mesa.

¿Cuál sería la solución? Pues partir de la educación diría cualquier persona en sus cinco sentidos. Sin embargo, el reto es mucho más complejo de lo que se ve a simple vista. Muchos de estos emprendedores ni siquiera culminaron sus estudios secundarios. Es sencillo dar por sentado este hecho y considerar que todos se encuentran en las mismas condiciones cuando por otra parte nosotros tuvimos el privilegio de acceder a educación superior.

Otro hecho que vale la pena recalcar es que, así como tenemos estos emprendedores, que, a pesar de esa desventaja, deciden abrir su propio negocio, al no haber recibido capacitación suficiente sobre como administrar un negocio, terminan cometiendo errores que para nosotros pueden ser obvios pero que ellos deberán aprender “metiendo la pata”. Ahí es donde se abre la pregunta respecto al siguiente recurso: ¿Cómo administrar correctamente el dinero?

Esta es una gran pregunta en la que muchos de estos emprendedores se enredan, muchos de ellos desconocen la forma de administrar correctamente el dinero. Esa línea tan delgada entre separar los recursos propios de los de una empresa puede llegar a significar la vida o la muerte del negocio. Habrán casos en los que algunos de estos microempresarios se “farrearán” sus ganancias, dejando así poca oportunidad de crecimiento a su empresa.

Este fenómeno ha sido combatido por las instituciones microfinancieras que están dedicadas a otorgarles prestamos a estos agentes. No solo para que estos sean exitosos con sus negocios, si no también para que puedan pagarle de vuelta al banco. Es así como comienzan a fomentarse dos términos que ahora se encuentran de moda, que son: La educación financiera y las finanzas inclusivas.

Se habla bastante de que la educación es un pilar sobre el cual se construye una mejor sociedad porque si se desarrolla el capital humano de un país, este podrá poner en marcha proyectos más complejos o hacer sustentables los que actualmente ya tiene. Se sabe que esta lucha no es ni la más sencilla ni la más corta, estos objetivos a mediano/largo plazo necesitan la colaboración de los diferentes agentes económicos: El gobierno, las instituciones financieras, los centros educativos, las organizaciones no gubernamentales y muchos otros más.

Vivimos en la economía del conocimiento, tenemos toda la información al alcance de nuestras manos y aun así no podemos resolver este problema. ¿Cómo le enseñamos a estos emprendedores por subsistencia a administrar su negocio de forma óptima?

Pues ahí es donde toca realizar una intervención. En un ámbito donde la educación financiera en Bolivia significa saber que es ahorro, que es tarjeta de crédito, débito, qué es un seguro, qué es banca por internet e informar sobre el sistema financiero en general. Es necesario que exista un espacio donde se pueda promover y enseñar buenas practicas de administración financiera a la población en general y sobre todo a los microempresarios que arriesgan su capital al momento de emprender. Así es como se decidió tratar de elaborar una Guía de administración financiera que pueda servir de consulta cada vez que el emprendedor necesite afrontar algún reto.

Esta guía fue elaborada con un proceso iterativo que muchos conocen como la elaboración de un Producto Mínimo Viable bajo la Metodología Lean. Pero lo mas importante de esta conversación es cómo podemos brindar una mayor cantidad de herramientas y habilidades a ese 79.1% de empresarios que enfrentan a su mercado solos y sin compañía, cada uno con una demanda diferente. Sabemos que la educación es un pilar importante al momento de velar por la sostenibilidad de estos emprendimientos, más aún si pueden llegar a ser la diferencia entre quebrar o subsistir.

Convertir a los participantes de la banca en agentes del cambio es un paso, apoyar a los centros educativos a elaborar programas de educación que brinden las herramientas oportunas es otro, que las ONGs y fundaciones ayuden mediante una evaluación de impacto es otro paso más. Este camino esta lleno de retos y aun queda mucho más por hacer para poder generar un cambio de fondo.

Por el momento, si debo compartir aquello que aprendí en la elaboración de esta guía es que el camino de lo ideal a lo real es más complejo de lo que uno piensa. Que nuestras expectativas se construyen sobre supuestos que puede no reflejen la realidad de la otra persona.

Realizando las iteraciones pude acercarme a un grupo de emprendedoras y compartir un poco más de su realidad. Entre ellas, compartí bastante con Dionicia, carnicera de oficio, que desde pequeña tuvo que conocer la necesidad de vender dulces en la calle para poder sobrevivir. Al principio creí que no sería tan difícil enseñarle temas básicos de finanzas y contabilidad. Pero una vez trabajando con ella en la cancha, la realidad era muy diferente. Si bien existía mucha dificultad para entender conceptos abstractos como “Flujo de caja”, es interesante observar como de una forma más rudimentaria, si tienen una noción de lo que “deben” hacer, porque en vez de llamarlo flujo de caja, manejaba un cuaderno donde registraba todos los ingresos y egresos de efectivo que tenía en el día para no perder el registro de donde se pierde “la plata”.

Dionicia no solo me enseñó que estos emprendedores enfrentan retos totalmente diferentes a los que se aprenden en la universidad, donde los textos de administración financiera asumen cierto nivel de capacitación previa. Si no también me enseñó que trabajar sobre emprendimiento con estos emprendedores requiere mucha paciencia y visión a largo plazo para mejorar el Ecosistema Emprendedor en La Paz. Emprendedores como Dioni también deben enfrentar temas de igualdad de género, acceso a educación, inclusión financiera (puesto que algunos no son tomados en cuenta como potenciales clientes por los bancos) entre otros. Estos emprendedores están dispuestos a trabajar y ver el impacto positivo en sus negocios.

La elaboración de esta guía fue un primer paso en esta larga conversación, donde con más agentes de cambio se podrá avanzar más lejos. El proyecto de investigación esta disponible para aquellos que quieran leerlo. Hoy te invito a ti lector, a aportar tu granito de arena, por más pequeño que consideres que sea. A veces es muy fácil olvidar que nuestro día a día se apoya en los negocios de otras personas, incluso si es comprar en la «tiendita» cerca de la oficina.

Al fin y al cabo, detrás de cada emprendimiento hay una persona, con historia, con familia, con sueños y metas. Y con más emprendedores exitosos y conscientes, podremos construir una sociedad más cohesionada sobre la que podamos realizar una transición hacia un sistema económico sostenible. Seamos el motor del cambio. El primer paso comienza por nosotros.

Aramis Paredes

Analista de Tesorería en el Banco Mercantil Santa Cruz S.A.

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