La creatividad y la innovación, acompañadas de sistemas y entornos de construir empresas y organizaciones sostenibles en el tiempo, nos ha llevado a cambiar paradigmas respecto a nuestro entendimiento de actividades cotidianas, y, a democratizar el acceso a productos y servicios. Las actividades van desde cómo escuchamos música -dónde hace no más de 15 años empezamos a hacerlo vía “streaming”, que ya es un verbo en sí mismo (y previo al “streaming” la música grabada democratizó el acceso a ella)- a viajes, alojamiento, comunicaciones, entretenimiento, seguridad, compras de alimentos preparados, estudios y un sinnúmero de categorías y ejemplos.
La actualidad, nos continúa planteando retos para desarrollar productos y servicios accesibles para más personas, de manera sustentable con el medioambiente y la sociedad en general. Afortunadamente, seguimos avanzando como humanidad, y entendemos la necesidad de mejorar nuestros hábitos de consumo, socializando conceptos como Economía Circular. La tecnología permite a emprendedores y emprendedoras apalancarse para crear nuevos e innovadores modelos de negocio o servicios que tienen la capacidad de no solo satisfacer las necesidades de los y las consumidoras, pero hacerlo de una manera sostenible y escalable.
Una de las tendencias con más rápido crecimiento y un impacto medioambiental destacable, es el “Resale-as-a-service” (RaaS). Así como existe el “Software-as-a-service” (Saas), que es la implementación de una solución digital, escalable; el RaaS fusiona sistemas logísticos y comerciales, con la industria de la reventa (resale), para escalar y propagar la economía circular. A continuación, se describe a la industria de la reventa, diferenciándola de conceptos tradicionales, se ilustra su actual crecimiento, potencial económico e impacto medioambiental y se cometa respecto a la primera plataforma de reventa de Bolivia.
En palabras muy sencillas, la reventa es el acto de vender un producto previamente adquirido -en otras palabras, usado, o de segunda-mano. La parte sofisticada del RaaS es lo que se refiere al servicio logístico y comercial. La industria del Raas se está sofisticando al haber ingresado a irrumpir una de las industrias más grandes y contaminantes del mundo: la moda. La moda es una industria de más de USD 1.5 billones (USD 1.8 billones previo a la pandemia); billones en español, es decir, millón de millones o USD 1,500,000,000,000 (“trillion” en inglés) y la contaminación que genera es comparable con la contaminación proveniente de la minería.
Cuando estaba en la universidad (hace solo 5-7 años), leíamos casos de estudio de compañías que hoy se usan para ilustrar lo que está mal con el mundo de la moda; Inditex (la casa matriz de Zara), por los deshechos que genera por su uso de plásticos y contaminación de sus plantas. Sin embargo, Inditex era un ejemplo de eficiencia logística -por sus sofisticados sistemas de distribución y manejo de inventarios- y su eficacia comercial. Un RaaS está obligado a mejorar ambos, apalancándose en la tecnología y su aplicación tiene el potencial de contrarrestar los impactos ambientales negativos de la “fast-fashion”. El RaaS tienen el reto de administrar la oferta y la demanda orgánica, manejando piezas únicas en inventario, de diferentes marcas, proveedores y tallas, así como de transportarlas hasta su nueva dueña.
Un RaaS necesariamente concentra grandes cantidades de prendas que oferta principalmente mediante canales digitales. Digo necesariamente grandes cantidades, porque las consumidoras y los consumidores somos sensibles y buscamos opciones; unas pocas opciones normalmente no encajan con los patrones de compra. El factor de la moda es altamente sensible a las opciones y al dinamismo de la oferta. Los RaaS no son comparables con los marketplace, considerando que un marketplace está diseñado para vender artículos únicos de ocasión y rara vez dedicados a la moda convencional. Por si quedan dudas, el RaaS no es comparable con lo que localmente llamamos “ropa usada”. La ropa usada, si bien hace una anecdótica visita a “la Cumavi” sí estás en Santa Cruz o “la 16 de julio” sí estás en La Paz o El Alto, es principalmente ropa desechada por grandes corporaciones vendidas en contendor a países en vías de desarrollo o donaciones provenientes principalmente de EE. UU. En tal sentido, la ropa usada no es ni un modelo de negocio escalable, ni crea un sistema sostenible de innovación y medición de impacto, ni es una fuente de creación de empleos dignos y de calidad, por lo tanto, no es un aporte a la economía circular.
Empezando por la escalabilidad, la reventa, en menos de 6 años, ha logrado prácticamente igualar al mercado de ropa usada tradicional a nivel mundial, logrando ser una industria de USD 15 mil millones y se estima que se duplique para el año 2025 alcanzando un tamaño de casi USD 50 mil millones. El mercado de ropa usada tradicional decayó en aproximadamente 10% durante la pandemia, pero el mercado de reventa creció en más de 20%, entre otros motivos por su naturaleza digital y precios accesibles. Al 2020 se calcularon más de 52 millones de vendedores y vendedoras que usaban plataformas de reventa (RaaS). El 2021, existió el primero IPO (oferta pública de acciones, por sus siglas en inglés) de un RaaS, valuado en más de USD 1,800 millones. Similarmente, Etsy, el gigante de e-commerce estadounidense, adquirió una RaaS europea por más de USD 1,500 millones.
Adicionalmente, los y las millennials y gen-z son más propensas a adquirir productos de reventa, no solo por el precio, pero por los impactos ambientales. Hablando de medioambiente, la huella de carbono por adquirir una prenda de reventa es 7 veces menor con relación a comprar prendas de marca nuevas, la reventa utiliza 9 veces menos energía eléctrica para llegar al destino, utiliza 70 veces menos agua, y la vida útil del producto incrementa en promedio 2.2 años. La importancia de la reventa de moda está tomando notable relevancia, la prestigiosa consultora McKinsey estima que la reventa de moda evitará la emisión de 143 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030.
En Bolivia, ya existe una startup que apunta a ser un RaaS escalable; Tunic. Tunic continúa desarrollando un sistema logístico y de control de inventario escalable, también es una e-commerce que está enfocada en atender a la consumidora local. Tunic busca centrarse en no solo los gustos de clientes, sino de romper la barrera de la desconfianza de comprar artículos de moda por internet. Tunic desarrolló el Pack Tunic que permite a sus usuarias recibir prendas en sus casas y darles el tiempo que necesiten para probárselas antes de pagar por las prendas, devolviendo sin costo las que no adquieren. Tunic está creando una comunidad que impulsa la economía circular y el consumo consciente y se enorgullece de que muchas de sus compradoras también son proveedoras de este RaaS, así como de estar colaborando con otras startups y organizaciones que fomentan el desarrollo del ecosistema local.
