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Si bien actualmente la revolución más visible es la tecnológica, especialmente con la pandemia de COVID-19 que aceleró procesos y cambios indiscutibles para un mundo globalizado y digital, existe otra revolución más silenciosa, igualmente transformadora, la de la empresa y el emprendimiento social.

Creo firmemente que en el mundo estamos frente a una revolución empresarial, que nos muestra, por un lado, el agotamiento de un modelo de negocios tradicional, y por el otro, un nuevo modelo, que hace visible el insight de que la calidad de un producto o servicio es igual de importante que su impacto social.

En Bolivia existen valiosas iniciativas de emprendimientos sociales, cada vez un poco más visibilizadas, que presentan las condiciones para ser referentes multiplicadores de otras iniciativas similares, o que pueden impulsar un cambio o una búsqueda de impacto social en otros emprendimientos o empresas, al ser ejemplos de inclusión, equidad, innovación, sostenibilidad, entre otras cualidades maravillosas.

Con este artículo busco aportar con un poco de información sobre emprendimiento social, porque considero que Bolivia es un país en el que tenemos mucho por construir aún y muchas desigualdades y barreras que eliminar, pero a su vez, somos un país en el que se puede soñar en grande, en el que sobra creatividad, y donde el hacer negocios se lo lleva en la sangre. Ahora nos toca dar un paso más allá y pensar en qué tipo de impacto positivo tiene lo que estamos construyendo, y ojalá muy pronto la respuesta generalizada sea “social”.

Algunas definiciones para empezar

Con el propósito de poner en contexto las características, los alcances y la importancia del emprendimiento social, comparto a continuación algunos conceptos clave:

Empresa social: “Es una organización que aborda una necesidad básica insatisfecha o resuelve un problema social o ambiental a través de un enfoque impulsado por el mercado”.

Emprendimiento social: “Es un modelo de negocios consciente, responsable, innovador, con valor compartido, empático, donde se crean productos y/o servicios que resuelven una o varias problemáticas. A través del emprendimiento social, los/las empresarios/as exitosos/as, emprendedores/as y visionarios/as, construyen, evalúan y persiguen oportunidades de cambios sociales completamente positivos e impactantes para sus comunidades”.

Emprendedor social: “Los y las emprendedores/as sociales son individuos con soluciones innovadoras para los desafíos sociales, culturales y ambientales más urgentes de la sociedad. Son ambiciosos y persistentes, abordando los principales problemas y ofreciendo nuevas ideas para el cambio a nivel de sistemas”.

Innovación social: “Es toda nueva solución a un problema social que es más efectiva, eficiente, sostenible o justa que las actuales soluciones, y que genera valor para toda la sociedad.”

Cambio sistémico: Según el documento From Small to Systemic de Ashoka y McKinsey & Company, el cambio sistémico “es un tipo de cambio social que utiliza un enfoque de impacto indirecto para cambiar las causas raíz y las dinámicas subyacentes de un problema social para que el sistema produzca por sí mismo un resultado mejorado”.

¿Qué es y qué no es el emprendimiento social?

El emprendimiento social no es caridad ni es asistencialismo, porque su naturaleza no aprueba ni espera que se mantenga el sistema existente; ni tampoco es mero activismo social, porque pese a que busca crear un nuevo equilibrio social, es decir, un sistema menos desigual, su naturaleza es directa y alienta cambios tangibles respondiendo a una o varias problemáticas sociales.

El emprendimiento social sí es un negocio, y como cualquier negocio, para funcionar, debe ser rentable. En su ADN está dar soluciones a problemas puntuales de la sociedad por ello este tipo de iniciativas parten de una pregunta: ¿qué problema quiero resolver?

Y si bien la resolución del problema es fundamental, muchos de los/las líderes de estos emprendimientos y empresas sociales no se quedan ahí, y, como dijo Bill Drayton, el creador de Ashoka, la mayor red internacional de emprendedores/as sociales innovadores, “los/las emprendedores/as sociales no están satisfechos/as con solo dar un pescado o enseñar a pescar. No descansarán hasta haber revolucionado la industria pesquera”.

Las empresas o emprendimientos sociales buscan innovar empoderando a su población beneficiaria y haciendo a cada integrante dueño/a de su propio destino, siendo parte del proyecto y consolidando así también su participación en la sociedad.

Síntoma vs Sistema

Todavía existen emprendimientos o empresas sociales que se quedan con los “síntomas”, con la problemática, y trabajan desde de sus productos o servicios directos, para resolver un problema existente o satisfacer una necesidad. Esta forma de encarar un emprendimiento social no es mala y no está errada, pero tiene limitaciones porque no aborda la raíz de los problemas; necesitan realizar un análisis profundo de las causas que los perpetúan. Es por esto que es importante que se vaya un paso más allá, que se examinen los sistemas, lo que permitirá generar evidencias para un cambio de modelo, que derivará en un impacto mucho mayor, ya que a partir de ello se podrá, por ejemplo, plantear cambios en políticas públicas, en mentalidad y en paradigmas, y es a este nivel más profundo al que le llamamos cambio sistémico.

Una frase que ejemplifica el cambio sistémico, es la de Desmond Tutu, pacifista sudafricano, que traducida al español sería algo así: “llega un punto en el que debemos dejar de solamente sacar a la gente del río, y en su lugar, necesitamos ir contra la corriente y descubrir por qué están cayendo.”

1 + 1 = 3

Los emprendimientos y empresas sociales buscan generar impacto directo, sin embargo, este, pese a ser importante, a veces es limitado, y es justamente por esto que la esencia del impacto del emprendimiento social suele estar en la parte indirecta, es decir, en el impacto que tu organización ayuda a otros a crear.

Alexandra Mitjans, directora de Ashoka España, subraya que se necesitan cada vez más organizaciones que colaboren de manera inteligente, que hagan alianzas, que se apoyen con lo que cada una hace mejor y con los roles en los que se encuentren, que abran sus metodologías para que otros las usen, y que de esa manera logremos crecer todos. Es esencial dejar de reinventar la rueda y de duplicar esfuerzos, ¡sumémoslos!

Uno de los mantras de la innovación social que se plantea desde Ashoka es que “escalar no es solo hacer crecer una organización, si no hacer crecer el impacto indirecto, difundiendo ideas, cediendo el control y dejando que otros aprendan la solución y la implementen.” La colaboración es vital para crecer, y esta no solo se encuentra entre organizaciones, sino también entre personas de distintas generaciones dentro de las mismas organizaciones. La colaboración y suma de ideas intergeneracional es sumamente rica, y es por esto que es fundamental brindarles a los jóvenes, oportunidades para sentarse en las mesas en la que se debate su futuro.

El maravilloso mundo de las empresas sociales en Bolivia

Antes de concluir este artículo, me gustaría mostrar algunos ejemplos de emprendimientos o empresas sociales en el país, que admiro y que considero que rompieron esquemas en los sectores en los que se desarrollaron, no solo innovando, si no impactando en la sociedad e involucrando a distintos sectores para empoderarlos. Sin duda, hay muchos otros igual de importantes y estoy segura de que cada vez nacerán más.

  • El primero que me gustaría presentar es Pimienta, un “estudio de diseño con un equipo creativo formado por personas con discapacidad intelectual que trabajan de forma normalizada e integrada con diseñadoras”. Este proyecto de impacto social, fue creado hace dos años por dos mujeres emprendedoras cuyo sueño, propósito y logros son sumamente inspiradores. Desde Pimienta, buscan empoderar al grupo de la población con el que decidieron trabajar, resolviendo una problemática de forma innovadora, rentable y social.
  • El segundo es Manq’a, un proyecto amigo, creado por ICCO Cooperación y Melting Pot, que, como describen en su página web, es “un modelo social de formación gastronómica orientado a la generación de mejores oportunidades de vida para jóvenes de escasos recursos en Bolivia y víctimas de conflicto armado en Colombia. Manq’a busca que la formación gastronómica no sea un fin en sí mismo, sino un medio que permita tener un impacto mayor en la vida de los pequeños productores rurales, la de los consumidores finales, la de los jóvenes en situación vulnerable y la de sus familias.” Son un espacio que busca potenciar la cocina tradicional boliviana y colombiana, y que transforma productos locales para brindar una propuesta saludable a sus consumidores, valorando siempre el trabajo de los pequeños productores del país.
  • Y finalmente Tayka, un proyecto de la Fundación IES en el que tuve el gusto de trabajar por un tiempo y que es pionero en su sector. Tayka es una red de hoteles comunitarios que nace del sueño de lograr que los miembros de las comunidades se conviertan en actores de su propio desarrollo. Para lograrlo, las Asociaciones Comunitarias son dueñas de un porcentaje del hotel y recibe una parte de los dividendos que genera. Además, distintos miembros de las Asociaciones trabajan en los hoteles, por lo que estos les representan una importante fuente de ingresos. Adicionalmente, cada turista que visita el hotel realiza un aporte de un dólar que se destina a diferentes proyectos que beneficien a toda la comunidad, como, por ejemplo, mejorar caminos, crear alcantarillados o implementar invernaderos. Como está escrito en su página web, “en Tayka las comunidades no son simples beneficiaros de un proyecto, son los dueños del Hotel”.

Los emprendimientos y las empresas serán sociales

Los emprendimientos y empresas necesitan introducir de manera transversal en sus modelos de negocios el impacto social o se irán quedando en el camino. Ya no es suficiente tener un departamento de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que cree proyectos para cumplir con las normas establecidas, ahora y en adelante, será fundamental que introduzcan en su ADN un modelo de impacto social, y que se den cuenta que es posible generar impacto y rentabilidad desde la empatía.

Los jóvenes somos cada vez más conscientes de los productos o servicios que elegimos, y es cuestión de tiempo para que los productos que no cuenten con un componente social dejen de existir, porque el mercado así lo dicte, porque serán justamente las nuevas generaciones quienes sean de acá a unos años el grueso del mercado mundial. En Bolivia, un ejemplo de esto son los empaques ecológicos utilizados por cada vez más restaurantes en La Paz, y seguramente en otras ciudades del país, en lugar de empaques de plastoformo. Muchos comenzaron como una forma de generar menos impacto negativo para el medio ambiente, pero seguramente también porque muchos de sus segmentos de clientes valoraban este cambio. Con el tiempo, esto que ahora es una “ventaja competitiva” será el común denominador.

Como señaló Alexandra Mitjans en una entrevista sobre Ashoka, “en un futuro los emprendimientos y las empresas serán sociales, y ya no existirá el término de emprendimiento social”. Lo que tenemos que preguntarnos ahora es, en una sociedad como la nuestra ¿cómo lograr de forma creativa implementar este cambio en el grueso de los emprendimientos y empresas sociales del país? ¿Cómo conseguir que el impacto social se aplique a todos los sectores? ¿Cómo lograr que el valor que muchos jóvenes le ponemos a los productos y servicios con impacto social sea intergeneracional? Probablemente estas son preguntas que nos tome un tiempo responder, pero confío, plenamente, en que las respuestas serán creativas, esperanzadoras y llenas de compromiso con la construcción de un mejor país.

 

*El artículo fue escrito con una importante base de información e inspiración proveniente del Seminario de Emprendimiento Social, dictado por Alexandra Mitjans, directora de Ashoka España, impartido dentro de la primera versión del Máster de Innovación Social de Learning by Helping.

Fernanda Reyes

Consultora de Comunicación y Ecosistema en la Fundación IES

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