¿Cómo se clasifican las empresas en Bolivia? La forma más común de hacerlo es mediante el tamaño. Es por eso que, cuando hablamos de empresas, solemos agruparlas en grupos por tamaño. Están las PyMES (las pequeñas y medianas) y también las micro, pequeñas y medianas (las Mipymes). Incluso, cual trabalenguas, hay algunas variaciones (por ejemplo: mypes, para referirse sólo a las micro y pequeñas).
Cuando se necesita clasificar una empresa, ya sea para un análisis de crédito o para analizar la mejor forma de brindarle servicios empresariales, la clasificación por tamaño es la más extendida. De hecho, esta clasificación está normada mediante el decreto supremo 3567; donde se definen los criterios y las formas de clasificación. La definición del tamaño se consigue juntando tres factores: los ingresos anuales, el patrimonio y el personal ocupado.
Esta forma de clasificación es, sin duda, muy práctica y permite (mediante la aplicación de una fórmula muy sencilla) una rápida clasificación de las empresas. Sin embargo, presenta también problemas.
En este artículo, brindo algunos argumentos por los que creo es necesario pensar en una forma de clasificación que transcienda al tamaño. También espero poder dar algunos conceptos que ayuden a crear este nuevo tipo de clasificación.
Una foto, más que una película
En la Fundación IES venimos trabajando con empresas por los últimos 30 años. Nuestra experiencia en este tema nos muestra que clasificar una empresa basándonos sólo en sus ventas anuales del último año, su tamaño y su patrimonio nos permite saber dónde está hoy, pero dice poco de su proceso de crecimiento y menos aún del potencial que tiene. Es como ver una foto, un dato estático, pero nos perdemos la película; el saber de dónde vino y poder entender mejor a dónde podría llegar.
El Aspen Network for Development Entrepeurs (ANDE)— una red global de organizaciones que promueve el crecimiento de empresas/emprendimientos en mercados emergentes y de la cuál somos parte hace más de 10 años— al hablar de empresas/emprendimientos en mercados emergentes utiliza un concepto diferente al clásico PYME: habla de PECs (Pequeñas empresas en crecimiento; una traducción de SGB Small and Growing Business).
ANDE define a estas pequeñas empresas en crecimiento como: “empresas comercialmente viables, con entre 5 y 250 empleados que tienen el potencial y la ambición de crecer”. Para ANDE el deseo y potencial de crecimiento es una de las diferencias fundamentales entre una PEC y una PYME. Además, está el hecho de ser comercialmente viable, es decir una PEC tendría además la característica de ser rentable.
Por último, otra característica de la PEC’s es que el crecimiento de este tipo de empresa generaría valor tanto para la empresa como para toda la sociedad. En la definición de ANDE las PEC’s son un creador de “prosperidad compartida“
La definición de ANDE sobre estas Pequeñas Empresas en Crecimiento refuerza nuestra idea de que, a la hora de analizar una empresa, no sólo es importante ver su tamaño (la foto, el dónde está ahora) si no también su trayectoria (de donde vino y, tal vez más importante, hacia donde quiere ir).
No se adecua ni a las «empresas digitales» ni a las de «la base de la pirámide»
Otro problema que hemos identificado con la forma actual de medición es que, al basarse en empleados y patrimonio neto, presenta problemas para empresas digitales o para aquellas con bajos niveles de formalidad.
Empecemos con el primer caso. En los últimos años en Bolivia han empezado a surgir empresas de base tecnológica, o basadas en el conocimiento, cuya proyección es muy interesante (pensemos, por ejemplo, en el caso de YAIGO). Sin embargo, estas empresas normalmente tienen pocos empleados y su patrimonio podría no ser muy grande, pues su modelo de negocios no requiere de grandes activos físicos. Sin embargo, estos tipos de empresas son capaces de producir ingresos altos, generar valor y tener una proyección muy interesante. La forma de clasificación clásica basada solamente en patrimonio, empleados e ingresos podría dar una imagen diferente a la realidad para este tipo de “empresas digitales”.
Del otro lado están las empresas con bajos (o nulos) niveles de formalidad. En estos casos poder tener una idea del patrimonio de la empresa puede ser muy complicado, pues estas empresas se caracterizan por no tener estados financieros (donde, normalmente, se cuantifica el patrimonio) y además podría ser muy complicado separar los bienes de la empresa y de la persona que es dueña de ésta.
La necesidad de pensar en una clasificación diferente
Con lo anteriormente expuesto creo que es posible ver que la forma actual de clasificación de las empresas, si bien práctica, tiene también problemas…de clasificación; medir a las empresas sólo en base a tres variables (ingresos brutos del último año, empleados y patrimonio) podría ocasionar que se acaben mezclando papas con naranjas en la misma bolsa, bajo la idea de que ambas pertenecen al reino vegetal y además son redondas. Como decimos siempre en IES “hablar de Pymes es como decir mamíferos, abarcamos desde un ratón a una ballena”.
Y es justamente en la biología donde creo que podemos encontrar las respuestas a estos problemas de clasificación (además de ser una buena fuente de metáforas). Esta ciencia, frente al reto de clasificar distintos organismos, desarrolló una herramienta de clasificación llamada “clave dicotómica”. En esta herramienta se analizan las características morfológicas de cada organismo y los va organizando de lo más general a lo más particular. Se parte de clasificaciones muy amplias (por ejemplo, un perro pertenece al reino animal, al igual que una iguana o un gorila) se pasa por clasificaciones medias (siguiendo el ejemplo del perro, este es de la Familia de los Canidae, al igual los lobos, coyotes, zorros y chacales) y acaba con su especie (Canis familiaris).
Inspirados en esta idea, y juntando un conocimiento colectivo de más de 30 años trabajando con empresas en Bolivia, es que desde la Fundación IES mis colegas y yo quisiéramos plantear que la clasificación de las empresas pueda transcender a un índice basado en tres variables y proponemos pensar en una clasificación basada en fases de crecimiento. Las fases de crecimiento se pueden determinar basados en cuatro “grupos de análisis” o “componentes”: las ventas en el tiempo, la cantidad de empleados, la estructura empresarial y la motivación para emprender.
Me parece importante hacer notar que esta forma de clasificación debería verse más como algo líquido (usamos este concepto en línea con lo que Zigmunt Bauman define como “Modernidad Líquida”; es decir un concepto que es fluido, flexible, en constante cambio) que como un “dato duro”, pues nuestra experiencia nos muestra que es muy posible que una misma empresa tenga características de diferentes fases. Si bien esto puede parecer algo contraintuitivo al principio, es importante recordar que en la naturaleza existe un animal que si bien nace de un huevo se clasifica como mamífero…y que por más que tenga una cola parecida a un castor y un pico parecido a un pato, no corresponde a ninguna de las familias de esos animales.
Otra característica importante de tomar esta definición liquida es la importancia de ver esta clasificación como algo “fluido” donde una empresa podría avanzar o retroceder entre categorías (o dentro de cada componente). Es decir, el hecho que una empresa sea grande hoy, no significa que no pueda desaparecer mañana (pienso en el caso de Nokia) pero también muestra que el crecimiento de una empresa podría no ser lineal, tenido muchos altibajos (pienso en el caso de Apple, que en un punto estuvo a punto de desaparecer por falta de liquidez).
Luego de estas consideraciones, que son más teóricas, me gustaría pasar a consideraciones más prácticas de esta forma de clasificación:
Fases de crecimiento
Como indiqué más arriba, esta nueva forma de clasificación se basaría no en el tamaño de la empresa, si no en la fase de crecimiento en la que se encuentra. Para determinar estas fases de crecimiento nos basamos las ideas que Virginia Lewis y Neil Churchill desarrollan en su artículo de Harvard Business Review llamado “The five stages of small and business growth”
En dicho artículo Lewis & Churchil platean cinco etapas por la que toda empresa pasa: Existencia, Sobrevivencia; Éxito – mantener un status quo; Éxito – crecimiento; Despegue y Madurez. Si bien creemos que podría ser necesario hacer algunas puntualizaciones sobre las ideas de Lewis & Churchil para que estas se adapten mejor a los tiempos (el artículo es de 1985) y los lugares (el estudio se hizo analizando empresas de Estado Unidos), las bases que se dan acá nos parecen lo suficientemente sólidas para construir en base a ellas.
Grupos de análisis o componentes
En su artículo, Lewis & Churchil elaboran diferentes aspectos que se puede tomar en cuenta para clasificar a las empresas en las etapas de crecimiento antes citadas. Con estas ideas y nuestra experiencia, planteamos tomar en cuenta los siguientes cuatro “grupos de análisis” o “componentes” seleccionados, dónde consideremos los siguientes aspectos:
- Ventas en el tiempo: Creemos que es importante medir la cantidad de ventas que tiene una empresa, tomando en cuenta también el tiempo que tiene en el mercado. Creemos que, tomando estas dos variables, se puede tener una aproximación sobre un componente fundamental: la Si bien puede no ser perfecta, vemos esta forma como algo práctico para solucionar el problema de “foto vs película” elaborado párrafos atrás.
- Cantidad de empleados: En este caso, se mantiene uno de los aspectos “clásicos” de la categorización de empresas: la cantidad de empleados con que la unidad productiva cuenta. Acá, nuestra propuesta pasa por evaluar también la relación de este componente con el anterior (ventas en el tiempo). Además, este dato podría ser usado como un “proxy” para evaluar algo mucho más complejo: el esquema de organización de la unidad productiva. Al inicio de cualquier empresa, el dueño y el negocio son lo mismo; él realiza todas las tareas importantes tanto operativas como directivas. En la medida en la que el negocio evoluciona se incorporan primero un grupo de trabajadores a ser supervisados y poco a poco se van consolidando los puestos de gerencias por áreas funcionales, descentralizando la gestión, haciéndose más evidente la diferencia entre propiedad y gerencia, tomando el gobierno corporativo mayor relevancia.
- Estructura Empresarial Planteamos este término para referirnos a los cimientos, o el armazón, sobre el cual se apoya toda la unidad productiva. En nuestra perspectiva estos cimientos tienen que ver con la estructura societaria, los sistemas formales de control (siendo la contabilidad el más importante) y su capacidad de acceso al financiamiento. La estructura empresarial puede también servir para analizar si la unidad empresarial posee la estructura para crecer, o para ser más coloquial “si es un negocio con la espalda suficiente”.
- Motivación Entender las características de la persona y su motivación para empezar con la unidad productiva nos parece fundamental para poder clasificar a la misma. Los motivadores de la persona son determinantes para poder entender la trayectoria que la empresa podría seguir (sobre todo cuando se supera la fase de “sobrevivencia”). Además, el tipo de liderazgo que tenga la empresa le permitirá desarrollarse en una u otra dirección. Entender los motivadores detrás de un emprendedor es una forma de entender la visión de crecimiento que tiene este emprendedor y se convierte en un aspecto fundamental para poder analizar, y clasificar, a las empresas.
A manera de conclusión.
Esperamos que las ideas que acá plantamos puedan servir como base para que podamos pensar en una clasificación empresarial que vaya más allá del tamaño y tome en cuenta a las empresas como organismos complejos.
Creo que la mejor forma de tomar las ideas acá expuestas es como parte de un proceso, que deberá ser complementado con las ideas y experiencia de otras personas y organizaciones. Es necesario seguir discutiendo lo acá desarrollado; tanto en un nivel teórico (es decir, sobre las fases de crecimiento o los grupos de análisis) como también en un nivel “práctico” (sobre la forma de implementación de estas ideas). Invito a cualquier persona o institución interesada a comunicase con nosotros a jvargas@fundacionies.org o julian@consultorio.biz.
Finalmente, me parece importante aclarar algo: durante el presente artículo me he expresado tanto en singular como en plural. Esto se debe a que, si bien este artículo—y algunas de las ideas— son de mi autoría, la mayor parte de lo acá desarrollado se ha ido creando, de manera colectiva, por miembros de la Fundación IES durante varios años de trabajo. Creo importante reconocer las ideas de Juan Carlos Iturri (quién fue al que escuché comparar, por primera vez, a Pymes con mamíferos) y de Ignacio Trepp (con quién, en varias sesiones, discutimos muchas de las ideas que ahora están plasmadas acá.)
